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El movimiento del ecologismo profundo parte de los siguientes paradigmas:

Es un pensamiento caracterizado por no admitir una fundamentación última y normativa. Se sostiene en un pensamiento místico, rescata todo lo que la cultura dominante ha eliminando y la conjuga con la herencia de lo diferente.

Desconfía de la razón, la ciencia y el progreso. Tiende a la melancolía, el nihilismo le da sustrato intelectual y lo provee de densidad argumental.

En esta era de incertidumbre se propone una sociedad ecologizada y utópica en el sentido más estricto del término. Se desconfía de la técnica que preside a la civilización industrial para salvar la ecoesfera.

La conciencia ecológica plantea que la actual crisis ecológica es, en realidad, una crisis de civilización y que hay que dar cabida a formas alternativas de vida en sociedad que nos ayuden a transitar a un futuro posindustrial no antropocentrista.

El programa del MEP propugna el biocentrismo implicado en la defensa intelectual y emocional de una Etica para la Tierra (Leopold, 1968). Este compromiso parte de la premisa de que el hombre es sólo una parte más de la ecoesfera, de modo que la totalidad es superior moralmente a los individuos. Desde el valor del amor holístico, amor a la totalidad de los seres vivos, llegamos a la supremacía ético-moral de los valores de la bioesfera por encima de los del humanismo.

Se defiende el igualitarismo biológico. Es un valor en sí mismo independientemente de la utilidad del mundo natural para los fines del hombre. La riqueza y la diversidad de vida son un valor en sí mismo. Los humanos no tenemos derecho a mermar esta riqueza y diversidad biológica.

La vida y cultura humana deberán impulsar una reducción substancial de la población humana, por el grave deterioro ambiental que acarrea la superpoblación. La naturaleza posee un valor intrínseco y, como tal, es digna de respeto.

Para resolver la actual realidad ofrece las siguientes propuestas:

Es necesario un contrato natural como medio para restablecer nuestra relación con la naturaleza y reemplazar de este modo los valores humanistas por unos valores biocentristas, que sitúan a cualquier ser viviente en el ámbito de la consideración legal y moral.

Aquí está el inconveniente principal de la ecología profunda que la naturaleza no es un sujeto moral sino un bien y por tanto si no eres un sujeto moral no tienes derechos. Erigir la naturaleza como persona jurídica implica legitimarla como un modelo ético a imitar por los humanos.

Propone formas alternativas a la actual vida en sociedad como la principal medida para atajar la actual crisis ambiental.

Abandonar la opulencia y cambiarla por la frugalidad es el primer paso para una nueva ética y modo de vida.

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